16 enero, 2015

¿Conoces el lado oscuro de la lactancia?

Cuando hablamos de lactancia, nos llegan a la mente imágenes de madres y bebés en perfecta armonía y la paz que rebosa esa imagen te embriaga. Tu quieres algo así, quieres esa conexión mágica con tu bebé, quieres esa felicidad, quieres ser ella.

Esto es lo que nos llevan vendiendo desde hace años. Que esos momentos con tu hijo son mágicos, y realmente lo son, si todo va bien claro. Pero, ¿qué pasa si no salen las cosa como creemos? ¿Qué hay en el lado oscuro de la lactancia?

Han pasado ya nueve meses de gestación que han finalizado en un parto (más o menos largo) y por fin estás con tu bebé en brazos, puedes verle, sentirle, olerle. Una nueva vida ha comenzado, ya eres madre y un cúmulo de hormonas y sentimientos desbordados recorren tu cuerpo.

Ahora tienes una nueva responsabilidad, la de seguir alimentando a tu bebé y eso haces, lo pones al pecho, es un acto natural, él sabe cómo hacerlo y tu instinto debería guiarte, has imaginado cientos de veces este momento.

Pero pasan los días y algo no va bien, algo no está saliendo como se su pone que debería salir, ¿qué sucede? ¿Por qué a ti no te funciona? ¿Por qué tú no eres feliz si se supone que deberías serlo?

La idealización de un acto natural

Sin embargo, en vez de ser conscientes que pueden presentarse problemas, hemos idealizado la lactancia hasta llevarlo a límites peligrosos. Hemos interiorizado que la lactancia debe ser un momento de felicidad. No voy a negar que haya una conexión especial entre madre e hijo y que para muchas madres sean momentos de pura felicidad. Pero lo que es maravilloso para muchas no tiene por qué serlo para otras.
• Se supone que tu leche es capaz de alimentar por si sola y sin suplementos externos a tu hijo.
• Se supone que la naturaleza es sabia y que tanto tú como tu hijo "sabéis" cómo se tiene que hacer.
• Se supone que en respuesta a la succión del bebé se liberan un conjunto de hormonas que producen una sensación de bienestar y felicidad.
• Se supone que como madre debes ser capaz de hacer posible todo lo anterior, que debes sacrificarte por tu bebé.
• Se supone...

Qué pasa cuando todo lo que debería ir bien, sale mal

¿Qué sucede cuando tu hijo no coge el peso suficiente? ¿Qué sucede cuando tus pezones se agrietan y dar de mamar se convierte en un calvario? ¿Qué sucede cuando las horas se hacen días y las noches eternas? ¿Cuándo en vez de sentir amor en esos momentos sientes obligación? ¿Qué pasa cuando tu hijo sólo quiere estar al pecho? ¿Qué pasa cuando simplemente no hay ningún problema con la lactancia pero tú no eres feliz?

Todo lo anterior puede dar al traste con la lactancia y hacer que se abandone, puede convertirla en un verdadero infierno, y por mucho que intenten convencernos, ninguna mujer debería pasar por semejante calvario.

Muchas veces, cuando el problema sólo confiere a la madre, como grietas, mastitis, falta de sueño o depresión, tendemos a hacerlo pasar como un proceso más asociado a lactancia. Quizás la falta de sueño si lo sea y poco podamos hacer al respecto salvo volvernos aves nocturnas, pero las otras causas si son tratables y en muchos casos tienen solución. El problema es que en muchos casos se desconocen los medios para tratar esos problemas o simplemente no están a nuestro alcance.

Las consultoras certificadas en lactancia materna o grupos de lactancia pueden ayudar con la mayoría de problemas físicos asociados a la lactancia, grietas, dolores de espalda, en los pechos, así como resolver muchas de las dudas que nos preocupan. Muchos de los dolores derivados de la lactancia son por malas posturas a la hora de dar de mamar o por un mal "enganche" al pezón que un asesor de lactancia puede corregir.

Fuente: bebesymas