Nací con apenas 26 semanas de difícil gestación tras padecer
mi madre de rubeola lo cual me daba muy poco pronóstico de supervivencia o al
menos no sin problemas, así fue como en medio de la emergencia propia de un
parto prematuro y con las complicaciones de la gestación llegue a este mundo
aun envuelta dentro del saco amniótico, pesando escasos 900 gr. Y midiendo 35
cm. lo cual me daba muy pocas esperanzas de vida en un hospital donde solo
había una incubadora y la preferencia era para el bebé que tuviera más
posibilidades de vida y obvio ese no era
yo.
Así crecí escuchando la asombrosa
historia de mi nacimiento. Era obvio que estaba destinada a dedicar mi vida a
servir a las mamis en la más noble labor. Pero fue, hasta hace 9 años atrás
cuando nació mi primer hijo Diego Andrés cuando decidí cambiar los números, las
calculadoras, las oficinas y escritorios por el campo holístico, las salas de
parto, los salones de clases prenatales y los gimnasios de estimulación
temprana, de esta manera quedo atrás la licenciada de administración y me
convertí en MADRE, y con 3 años más de estudio en educadora prenatal,
acompañante de parto (obstetris) con más de 7 años de experiencia, consejera de
lactancia (con certificado Unicef) y ahora estrenándome como MADRE por segunda
vez desde hace tres meses por la llegada de mi segundo hijo Rafael Fabricio,
descubriéndome otra vez como primeriza y debatiéndome diariamente entre la
especialista y la madre simplemente.
Y hoy con esta gran oportunidad
de abrir esta maravillosa ventana y compartir con ustedes vivencias,
conocimientos, dudas, risas, lagrimas, pero sobre todo compañía en este hermoso
camino que hoy recorremos juntas.
Blanca Valera
Venezolana de 32 años, madre de
Concho y Poncho, perdón… Diego y Rafael. Esposa y amiga.