11 diciembre, 2014

Un día no tan no tan color de rosas

Creo que todas estamos de acuerdo en que ser madres es la experiencia más maravillosa y emocionante que pueda existir, nuestros hijos tienen esa magia que solo con una sonrisa o uno de esos besos babeados nos vuelven locos a todos en la familia, pero también coincidimos en que no todos los días son color de rosas con nuestros pequeños, estos bebés también poseen el poder de ponernos patas arriba en un segundo con sus travesuras.


Les digo esto porque ayer fue uno de esos días no tan color de rosa con Rafael, yo prefiero llamarlo días especiales. El hecho es que solo quería estar en mis brazos o pegado a mi pecho y si alguien más lo cargaba, no paraba de llorar, ni siquiera sus juguetes preferidos pudieron ayudar a calmar su ansiedad, solo colocarlo en su cuna un minuto era razón suficiente para desatar el llanto más dramático de la historia.

Primero probé con lo más básico, es decir, pañal limpio, barriguita llena, sacar chanchito, ropa no muy calurosa ni muy desabrigada, revise cada centímetro de su cuerpo en busca de alguna señal de dolor, Intente quitándole toda la ropa, bañarlo, le di algunos masajes, escuchamos música, saque al ruedo todo un desfile de juguetes pero nada de esto tuvo éxito, todos estos esfuerzos fueron inútiles, sencillamente seguía llorando.

Cuando ya me había dado por vencida y mis nervios a punto de colapsar, llego mi tía tomo al bebe y metió sus manitas bajo el chorro de agua, inmediatamente dejo de llorar, admito que jamás se me habría ocurrido a  mi hacer eso, entonces vino a mi mente esa conocida frase “más sabe el diablo por viejo que por sabio”

Al final del día él estaba dormido con esa carita de angelito que me derrite el corazón y yo a los pies de su cuna como todos los días, observándolo y dando gracias a Dios por darme la oportunidad de vivir este día a su lado, amándolo más y recargando mis fuerzas para la siguiente batalla.


Blanca Valera.