Cuando hablamos de lactancia, nos llegan a la mente imágenes
de madres y bebés en perfecta armonía y la paz que rebosa esa imagen te
embriaga. Tu quieres algo así, quieres esa conexión mágica con tu bebé, quieres
esa felicidad, quieres ser ella.
Esto es lo que nos llevan vendiendo desde hace años. Que
esos momentos con tu hijo son mágicos, y realmente lo son, si todo va bien
claro. Pero, ¿qué pasa si no salen las cosa como creemos? ¿Qué hay en el lado
oscuro de la lactancia?
Han pasado ya nueve meses de gestación que han finalizado en
un parto (más o menos largo) y por fin estás con tu bebé en brazos, puedes
verle, sentirle, olerle. Una nueva vida ha comenzado, ya eres madre y un cúmulo
de hormonas y sentimientos desbordados recorren tu cuerpo.
Ahora tienes una nueva responsabilidad, la de seguir
alimentando a tu bebé y eso haces, lo pones al pecho, es un acto natural, él
sabe cómo hacerlo y tu instinto debería guiarte, has imaginado cientos de veces
este momento.
Pero pasan los días y algo no va bien, algo no está saliendo
como se su pone que debería salir, ¿qué sucede? ¿Por qué a ti no te funciona?
¿Por qué tú no eres feliz si se supone que deberías serlo?
La idealización de un
acto natural
Sin embargo, en vez de ser conscientes que pueden
presentarse problemas, hemos idealizado la lactancia hasta llevarlo a límites
peligrosos. Hemos interiorizado que la lactancia debe ser un momento de
felicidad. No voy a negar que haya una conexión especial entre madre e hijo y
que para muchas madres sean momentos de pura felicidad. Pero lo que es
maravilloso para muchas no tiene por qué serlo para otras.
• Se supone que tu leche es capaz de alimentar por si sola y
sin suplementos externos a tu hijo.
• Se supone que la naturaleza es sabia y que tanto tú como
tu hijo "sabéis" cómo se tiene que hacer.
• Se supone que en respuesta a la succión del bebé se
liberan un conjunto de hormonas que producen una sensación de bienestar y
felicidad.
• Se supone que como madre debes ser capaz de hacer posible
todo lo anterior, que debes sacrificarte por tu bebé.
• Se supone...
Qué pasa cuando todo
lo que debería ir bien, sale mal
¿Qué sucede cuando tu hijo no coge el peso suficiente? ¿Qué
sucede cuando tus pezones se agrietan y dar de mamar se convierte en un
calvario? ¿Qué sucede cuando las horas se hacen días y las noches eternas?
¿Cuándo en vez de sentir amor en esos momentos sientes obligación? ¿Qué pasa
cuando tu hijo sólo quiere estar al pecho? ¿Qué pasa cuando simplemente no hay
ningún problema con la lactancia pero tú no eres feliz?
Todo lo anterior puede dar al traste con la lactancia y
hacer que se abandone, puede convertirla en un verdadero infierno, y por mucho
que intenten convencernos, ninguna mujer debería pasar por semejante calvario.
Muchas veces, cuando el problema sólo confiere a la madre,
como grietas, mastitis, falta de sueño o depresión, tendemos a hacerlo pasar
como un proceso más asociado a lactancia. Quizás la falta de sueño si lo sea y
poco podamos hacer al respecto salvo volvernos aves nocturnas, pero las otras
causas si son tratables y en muchos casos tienen solución. El problema es que
en muchos casos se desconocen los medios para tratar esos problemas o
simplemente no están a nuestro alcance.
Las consultoras certificadas en lactancia materna o grupos
de lactancia pueden ayudar con la mayoría de problemas físicos asociados a la
lactancia, grietas, dolores de espalda, en los pechos, así como resolver muchas
de las dudas que nos preocupan. Muchos de los dolores derivados de la lactancia
son por malas posturas a la hora de dar de mamar o por un mal
"enganche" al pezón que un asesor de lactancia puede corregir.
Fuente: bebesymas