Recordando el día que nació
Rafael, hoy quiero compartir cada detalle de lo que fue ese maravilloso día, y
no me culpen si en esta historia no hay gritos, bueno, quizás uno o dos, pero
no hubo drama, ni emergencias, ni nada de esos cuentos horribles que le
ocurrieron a la amiga de mi vecina y que ella se encargó de contarme apenas
quede embaraza.
Después de 9 meses de embarazo
feliz y tranquilo, en la semana 36
expulse el tapón mucoso, así le llaman a ese flujo espeso que protege el cuello
del útero durante el embarazo, también sentía unas leves contracciones,
pero como todavía faltaban un par de
semanas decidimos que era mejor tomar reposo unos días. Dos semanas después las
contracciones empezaron a ser más frecuentes y un poco más intensas, pero
cuando digo contracciones no hablo de ese dolor mortal que sale en las novelas
donde hay que correr a la clínica, no, solo me refiero a un dolor parecido a un
cólico menstrual.
En mi última consulta con mi
doctora mi eco mostro que todo estaba perfecto con Rafael, su peso, su
posición, su líquido, era solo cuestión de esperar. Toda la familia esperábamos
con ansias la señal de Rafael, solíamos salir a caminar con mi esposo en las
mañana y al final del día, hacia mis ejercicios sobre mi pelota de Pilates que
también me ayudaba para aliviar las molestias, era una maravilla.
A la semana 39 y sin señales de
comenzar el trabajo de parto, junto con nuestra doctora decidimos, inducir el
parto con una mínima dosis de oxitocina. Allí estábamos a las 11 am Empecé a
recibir el medicamento que parecía no hacer mucho, cada hora venia mi doctora y
subía un poco la dosis, recuerdo que vimos el juego del mundial, conversábamos,
reíamos y mientras yo caminaba por el cuarto o brincaba sobre mi pelota, mis
contracciones seguían leves y no había dilatado nada, ya eran las 6 pm.
El siguiente paso era romper las membranas, nuevamente tomamos la decisión en conjunto y aceptamos, a la 7pm rompieron mis membranas y lo que vino casi inmediatamente después fue una contracción tras otra, duraban de 30s a 1min Yo tomaba la mano de mi esposo como si estuviéramos haciendo lucha, él me hablaba firme, aunque se notaba que estaba nervioso.

El siguiente paso era romper las membranas, nuevamente tomamos la decisión en conjunto y aceptamos, a la 7pm rompieron mis membranas y lo que vino casi inmediatamente después fue una contracción tras otra, duraban de 30s a 1min Yo tomaba la mano de mi esposo como si estuviéramos haciendo lucha, él me hablaba firme, aunque se notaba que estaba nervioso.

Ya era seguro que en poco tiempo
Rafael estaría con nosotros, teníamos
una mezcla de sentimientos entre nervios, emoción, alegrías y un poco de
miedo también, mi esposo reía con cara de susto, el resto de la familia afuera
de la habitación y yo internamente me decía “Blanca, ya llego la hora, tu
puedes, tu eres fuerte, vamos a ayudar a este bebe a nacer, todo va a salir
bien” hice mis oraciones antes de subir a la sala de parto y allá arriba por un
momento no pensaba en nada, no sabía si quería estar sentada, de pie o
acostada.
Con un poco de anestesia fue suficiente para empezar a pujar, yo lo hacía con tanta fuerza que no pensaba en el dolor, solo pujar, mi doctora mientras tanto iba contando paso a paso todo lo que estaba pasando, eso me tranquilizaba, mi obstetriz acariciaba mi cabello y masajeaba mi espalda, también me daba palabras de aliento, mi esposo al fondo de la sala con las manos en la cabeza y a las 9:15pm lo escuche, el llanto de mi bebe, estaba aquí, en mi pecho, mi esposo corrió hacia donde estábamos y nos abrazamos los tres, las palabras sobraban.
En conclusión, mi parto fue Sin duda muy diferente a todo lo que me habían contado, es uno de los mejores días de mi vida, y en mi corazón lo guardo como un recuerdo de fuerza, de valor y de mucho amor, nada parecido a ese cuento de horror q todos hablan.
Con un poco de anestesia fue suficiente para empezar a pujar, yo lo hacía con tanta fuerza que no pensaba en el dolor, solo pujar, mi doctora mientras tanto iba contando paso a paso todo lo que estaba pasando, eso me tranquilizaba, mi obstetriz acariciaba mi cabello y masajeaba mi espalda, también me daba palabras de aliento, mi esposo al fondo de la sala con las manos en la cabeza y a las 9:15pm lo escuche, el llanto de mi bebe, estaba aquí, en mi pecho, mi esposo corrió hacia donde estábamos y nos abrazamos los tres, las palabras sobraban.
En conclusión, mi parto fue Sin duda muy diferente a todo lo que me habían contado, es uno de los mejores días de mi vida, y en mi corazón lo guardo como un recuerdo de fuerza, de valor y de mucho amor, nada parecido a ese cuento de horror q todos hablan.
Hasta la próxima.
Se les quiere
Blanca Valera